Mi Ciudad Saludable

Investigando la felicidad


Alguna vez en la historia, Jigme Singye Wangchuck, coronado como monarca absoluto de Bután, cuestionó las políticas que buscaban la promoción del Producto Nacional Bruto.

Él, refugiado en su pasión y sabiduría explicó: prefiero promover la Felicidad Nacional Bruta que esa meta tradicional y superflua. La FNB (Felicidad Nacional Bruta) mide todo aquello que excluye el PNB (Producto Nacional Bruto).

La medición se realizó con un cuestionario que consideró 9 dimensiones:

  1. Bienestar psicológico
  2. Uso del tiempo
  3. Vitalidad de la comunidad
  4. Cultura
  5. Salud
  6. Educación
  7. Diversidad medioambiental
  8. Nivel de vida
  9. Gobierno

Desde hace siglos, muchos investigadores se han dedicado a estudiar la FELICIDAD. Algunos consideran que no hay nada interesante que hable de esta. Otros piensan que las personas son igual de felices. Y muchos basan sus argumentos alegando que la felicidad aumenta con los ingresos, salud u otras variables, y de hecho, la califican dentro de una escala del 1 al 10.

Diversas personas le han atribuido medidas, utilizando términos que para muchos se acercan a la definición plena de la felicidad, tales como: calidad de vida, buenas condiciones de vida, buena acción o disfrute subjetivo de la vida. ¿Acaso la felicidad aumenta cuando aumenta el ingreso? La felicidad es muy relativa. No se puede decir eso ni tampoco se puede atribuir alguna escala absoluta a un estado de ánimo, por ejemplo. De hecho, el mismo Albert Einstein lo dijo:  «no todo lo que puede ser contado cuenta, y no todo lo que cuenta puede ser contado». Si la felicidad es lo más valioso en nuestras vidas, no se pueden asignar medidas objetivas porque nos desgastaríamos haciendo cálculos vanales.

Por supuesto que todos están a favor de la felicidad. Es un bien y debe ser promovido, contrario a la infelicidad, la cual es mala y deberíamos minimizar. Si la vemos a la luz del Bienestar, surgen muchas preguntas. Si leemos los pensamientos de las personas o les preguntamos sobre la alegría de sus vidas, pocos hablarían del empleo o de la atención de la salud.  Pero si realmente todos desean incentivar la felicidad, resulta que en el camino podría perderse.

El término en sí no dice mucho, pero todos hemos experimentado una felicidad que puede traducirse o acercarse a palabras como: autosatisfacción, bienestar o emoción. Aunque esta última puede manifestarse como un sentimiento pasajero, es decir, temporal.

Sea cual sea su significado, lo cierto es que la felicidad es catalogada como ese bien supremo deseado por todos. Aunque no se puede alcanzar plenamente, nuestro acercamiento produce un grado de alegría subjetiva e inexplicable y sus efectos son beneficiosos para el crecimiento mental y efectividad del cerebro. Sin duda es y será un amortiguador del estrés, resistente a la enfermedad y preservante de la vida.

La sociedad puede florecer con personas felices que en unidad generan y promueven la salud, o como bien se le ocurrió en algún momento a  Jigme Singye Wangchuck, con las nueve dimensiones del FNB, que sin duda muestran una visión de excelencia en gestión para nuestra creación. Teniendo en cuenta esto tan complejo, ¿qué piensan de la felicidad? ¿Cuál es el sentido y propósito de la vida?

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