Emisarios de Ilusión

Los famosos bananos


En la mañana fui al supermercado a comprar algunas cositas pero… se me olvidó algo. Me dije a mí misma:

— ¡No puede ser! Se me olvidaron los bananos… Bueno, otro día los compro.

Ya estaba lista para regresar a casa pero la mente no me dejó tranquila y decidí comprarlos de inmediato. Esta vez pensé en ir a una verdulería atendida por musulmanes.

Al llegar me fijé rápidamente si los bananos estaban afuera del negocio, pero no vi nada. Entré a la verdulería y el señor se me quedó viendo todo el rato. Yo le sonreí.

Di vueltas por la tienda y no encontré los bananos, entonces salí y busqué de nuevo afuera. Allí estaban, no los había buscado bien. Tomé un racimo y volví a entrar. El señor se me quedó viendo y le volví a sonreír.

Los famosos bananos

Cuando llegué a la caja a hacer fila, la señora musulmana le echó una mirada al señor y luego se me quedó viendo con rostro como de una sonrisa por dentro y al mismo tiempo sospechosa (pero de esas sospechas lindas llenas de empatía). Se quedó viendo mis collares… y por un momento me puse nerviosa… (ya imaginarán por qué) pero luego sonreí. Pagué y me fui.

A las 9:50 de la noche se me antojó un banano… Lo tomé y me senté a comerlo. En ese momento la mirada se me escapó hacia la bolsa donde guardé los otros bananos. No podía leer bien la etiqueta, decía algo como TURBANA… Me llamó la atención porque la relacioné con la palabra TURBANTE. Entonces para leerla bien, despegué la etiqueta y de sorpresa me encontré con una hermosa palabra: COSTA RICA.

¡Esos son los grandes detalles que tocan el corazón!

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