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La falta de participación social: una dimensión de exclusión social más allá de la pobreza


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En general, la pobreza limita la participación social, sin embargo, es esencial definir en primer lugar qué se entiende por participación social. Por ejemplo, el enfoque de la línea de pobreza relativa se ha criticado porque “el método no tiene ninguna evidencia empírica de que todas las personas por debajo de esa línea están realmente en condiciones de pobreza, es decir, sufren de una falta de participación en la vida social. Se considera más una medida de la desigualdad de la pobreza” (Sen, 1984; Atkinson, 1998 citado en Rodríguez, 2009).

Se podría decir que los conceptos de pobreza y exclusión social poseen una relación muy cercana (Roca & Rojas,  2002; Pérez & Mora, 2006, más). La noción de exclusión social provee un giro más amplio, acentúa no sólo la satisfacción de necesidades materiales, sino la ausencia de algunas normas sociales que son compartidas por la comunidad (Roca & Rojas,  2002; Pérez & Mora, 2006, más).  Estar debajo de la línea de pobreza relativa puede presentar dos niveles: pobreza moderada relativa y pobreza extrema absoluta (Calvo, Martínez & Sánchez, 2008).

Una persona que está por arriba de la línea de pobreza puede igualmente verse excluida de dicha participación. Esto se explica porque existen problemas sociales comunes que no perjudican sólo a los pobres, sino también a sectores más amplios, lo cual impide una plena participación de la vida social (Rodríguez, 2009). Estos problemas sociales pueden crear desigualdades o divisiones sociales en género, clase, etnicidad, edad, entre otros (Whitehead,2007), por eso la exclusión social persigue la elaboración de políticas públicas que contemplen objetivos más amplios, en lugar de focalizar los recursos hacia la pobreza. Si bien es cierto que la pobreza es una realidad amplia, también es cierto que los aspectos materiales no son los únicos a tomar en cuenta (Rodríguez, 2009).

Incluir la dimensión política ha sido una de las principales ventajas del concepto de exclusión social, pues está relacionada con la privación que sufren ciertos grupos respecto a sus derechos humanos y políticos (Calvo, Martínez & Sánchez, 2008), como libertad de expresión, participación política, igualdad de oportunidades, seguridad personal, etc.

Por ejemplo, una persona por arriba de la línea de pobreza podría tener dificultades de encontrar trabajo, mientras que una persona por debajo de la línea de pobreza sí posee un trabajo. Las dificultades de acceso al mercado laboral y la falta de empleo pueden aplicar para cualquier persona. Entonces esta persona desempleada de larga duración, normalmente no podrá acceder a los bienes y servicios considerados básicos, mientras que la persona que es relativamente pobre sí posee acceso a estas necesidades básicas.

El concepto de pobreza es superado por la tesis de exclusión social ya que ésta última no define únicamente factores económicos, sino contempla dimensiones sociales y vitales de todos los grupos étnicos, socioeconómicos y de género (Vives, 2007). Todos estos sectores son considerados como excluidos, expuestos a dificultades de acceso a un entorno normalizado y con oportunidad de disfrutar las mismas posibilidades de acceso al mercado laboral, salud, educación, etc.

¿Qué pasa entonces con aquellas minorías étnicas, con aquellos que poseen algún tipo de discapacidad o quienes poseen fuertes problemas de salud? Todos éstos podrán gozar y optar de muchos recursos, así como estar arriba de la línea de pobreza. Sin embargo, sufren igualmente de una plena participación en la vida social, expuestos a una clara exclusión social.

Muchas personas aún perciben como pobres a quienes viven debajo de la línea de pobreza, por tanto, excluidos de participación; y no a quienes están arriba de la línea. Sin embargo, en la medida en que exista un concepto razonable y bien definido de pobreza en un país dado, los parámetros de una línea de pobreza objetiva podrán elegirse apropiadamente (Sarlo, 2007; Notten & Neubourg, 2011). Por el momento, la noción de exclusión social supera ambos conceptos.

Referencias

Calvo, J., Martínez, J., & Sánchez, C. (2008) ‘Evaluación de las condiciones de vida de la población pobre en España. Un análisis comparativo del informe  EDIS- FOESSA 1989 y la EVC 2005, pp.1-173.

Notten, G., & Neubourg, C. (2011) ‘Monitoring absolute and relative poverty: «not enough» is not the same as «much less»‘, Review of Income and Wealth, 57 (2), pp.247-269.

Pérez, J., & Mora,  M. (2006) ‘De la pobreza a la exclusión social. La  persistencia de la miseria en  Centroamérica’, pp.1-280.

Roca, I., & Rojas, B. (2002) ‘Pobreza y Exclusión Social, una aproximación al caso peruano’, 31 (3), pp.699-724.

Rodríguez, K. (2008) ‘La política contra la pobreza en México, ventajas y desventajas de la línea oficial a la luz de experiencias internacionales’, Gestión y Política Pública, XVIII (1), pp.107-148).

Sarlo,C. (2007)’Measuring poverty, what happened to Copenhagen?’, Institute of Economic Affairs, pp.7-14.

Vives, L. (2007) ‘Claves sobre la pobreza y exclusión social’ [Online] Disponible en: http://www.fundacionluisvives.org/rets/5/index.html.es  (Consultado: Febrero 11, 2013).

Whitehead, M. (2007) ‘A typology of actions to tackle inequalities in health’, Journal of Epidemiology and Community Health, 61, pp. 473-478.

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