Retsé

Historia XII. Los muros del dolor


Corrí sin parar, me lancé como si fuera el último día de mi vida. No sé si verdaderamente estaba sucediendo algo, pero todo se oscureció, algo así, como grises pálidos con destellos de fuego, y fuego puro. La sensación podrán imaginar, era como el despertar de las llamas, con ímpetu y acento en su arte. Mientras movía mis pies con velocidad insistente, el éxtasis explotó y con gran grito risueño, una voz llamó a mi nombre:

— Retsé, tu vienes conmigo.

Era la vocecilla de una chica que con gran presencia y valentía me jaló del brazo. Ella vestía con la ropa de “Israel Defense Forces” (Fuerzas de Defensa de Israel), creadas en 1948, poco después de la fundación del Estado de Israel con el objetivo de cuidar a su pueblo y protegerlo de cualquier amenaza.

— ¿Y ahora qué se traen?, pregunté con curiosidad, como siempre.

— Mi nombre es Jadá y necesito vestirte con nuestro uniforme. Vamos al campo de guerra. Hemos recibido órdenes del Jefe de Estado Mayor (Ramatcal), necesitamos que pongas en práctica algunas tácticas. Nosotros te vamos a ayudar.

— ¿Es muy fuerte? ¿Muy cansado?

— Sin duda lo es, pero verás como aprendes.

— Listo. Estoy preparada.

Historia XII. Retsé. Los muros del dolor

Después de vestirme con el uniforme me fui con Jadá. A lo lejos vimos como se aproximaba a nosotros un gran ejército marchando por las calles de Jerusalén. Todos estaban bien vestidos, con fuerza, activos y reales.

No sé exactamente cuantos llegaban, pero calculo más de 100 mil personas. Eran soldados profesionales, con mucha experiencia. A los lados, sobre los edificios, se apreciaba Divad, pero en todas sus formas de animal. Estaban colocados en puntos estratégicos.

Historia XII. Retsé. Los muros del dolor. Parte II

Se me vino a la mente una de las tácticas de guerra provistas por Divad aquella vez en Malinalco:

“cambiar de terreno: ir al Este, luego al Oeste… Sabrás como actuar ante nuevas impresiones. Puedes consultar con tu “yo águila”. 

Eso hice, lo consulté con mi “yo águila”, a lo interno, y luego apliqué otra de las tácticas:

“observa desde montañas: tendrás un panorama para ver y proceder. La sangre será tu aliada, incluso para ayudar a otros. Sonríe y siempre busca teletransportarte”.

Todo esto fue realmente agotador porque tuve que ir corriendo en busca de la montaña más cercana para actuar. Me acordé de la pregunta de aquel joven judío cuando mencionó si eramos de “ellos”, y efectivamente lo eramos. El ejército estaba allí, Divad y los demás animales también, ya saben que Divad es el león, el búho y los otros. Todos se movían y atacaban.

Historia XII. Retsé. Los muros del dolor. Parte III

¿Qué era exactamente lo que atacaban?, me preguntaba insistentemente. Luego me di cuenta que había también una clase de enfermedad, algo así como en Putre, Chile, pero distinta.

No era una bacteria física, en realidad había un muro muy apestoso que estaba acabando con la ciudad. Lo extraño es que ese muro parecía como si creciera, como si alguien por debajo, en la tierra, tomara control de él. No sabíamos qué o quiénes estaban en medio.

Entonces desde la montaña, tomé agua de una naciente, toqué mi collar de olivos y me desintegré. Me fui rodando, mi idea era llegar a la ciudad para proveer de agua.

Divad junto con los demás animales entregaron un balde a cada soldado. Ellos lo llenaron con el agua, lanzándola a la pura raíz del muro, destruyendo la estructura desde abajo. Se logró, pero ahora debíamos despertar nuestro talento detective y buscar a los enemigos.

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