ADN Energético

Equilibrándonos


Estábamos haciendo ejercicios de equilibrio, y en el primer intento, nos desestabilizamos. En un segundo intento, también. En el tercero, más o menos, aunque siempre terminábamos en el suelo. Así pasó con el cuarto y quinto del primer día de la semana, del séptimo día, de aquel mes un poco extraño, del año y los años, del pasado y presente muy presente, o presente casi pasado…

¡Qué vamos a estar sabiendo! Solamente que no era fácil. Eso de la gravedad no era fácil. No van a creerlo, pero en serio cada vez que fijábamos los ojos en un punto para «concentrarnos», pensábamos en la gravedad. Nos mirábamos los pies y piernas, a veces la cara y nos decíamos: GRAVEDAD QUÉDESE. QUEDITA PIERNA. QUEDITO BRAZO. Deje de hacer caras feas. Maje el piso. A veces funcionaba… pero qué calor y congoja.

El punto es que esto del EQUILIBRIO sucede de la misma manera en el hablar y escuchar. ¿Cuántas veces lo ponemos en medio? Por eso todo está tan dividido y polarizado, porque ni siquiera lo intentamos. Las destrezas de comunicación no se están «practicando».

No existen excusas para las conversaciones serias, inspiradas, buenas, compasivas, de esas donde dejamos que la conexión siga eternamente. ¡No hay excusas! Solamente hay que concentrarse completamente en la persona, sin distracciones. Hacer un tipo de entrevista. Preguntar y mostrar interés por los contenidos. Anularnos a nosotros mismos. Dejar fluir sin tener control de los temas. La naturalidad es lo más lindo del ser.

Las decepciones, los mal entendidos o los choques vienen por solo querer HABLAR. ¡Silencio! Esa es la práctica que debemos adoptar en nosotros. Escuchar más. Las conversaciones no son espacios de promoción ni control, son espacios de aprendizaje y de interés por el otro. A veces nos vamos a desequilibrar… pero sigamos practicando. ¡GRAVEDAD, OBEDEZCA!

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Dibujo: Freepik
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